Su piel lanzada de cara
contra aquella oscura verdad,
se clavó en su frágil
y agotada cintura.
Y como si hubiese ocurrido
el último orgasmo de su vida,
arrojò un sofocado clamor al aire.
En poco tiempo,
sin encontrar ninguna huella de él,
la consumió el amor.
TYNO IAFRATI
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