Cómo podré olvidar la mirada
de aquel inmaculado hombre
su perfecto olor y esos ojos
que pude observar mucho más allá
en lo profundo , de sus pupilas.
Murmuro su nombre siempre
y hasta en los abismos lo encuentro
fresco, maduro y enigmático.
Es tanto lo que me agobia esta distancia
que el corazón se me hace trizas
y soterra mis labios a la incertidumbre opaca
de melodías sordas
hundida en un rincón
viendo crecer las sombras.
Satánico dolor sombrío,
inarmónico desorden y desvarío,
¡No puedo más con esta ausencia vida mía!.
Desde muy adentro me desacoplo
desde afuera , el holocausto hiere los suspiros
y la luna sedienta, los amaneceres oxida.
Lo deje ir, a él, que tan bien sabia besar
que tan bello sabia amar
y justo , cuando en sus manos
había desenredado el dorso de mi mundo
colmado de constelaciones impares.
BRISA DE NOVIEMBRE
12 /09 / 2013
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